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Esta es una pregunta que muchos nos hacemos a menudo. Los paradigmas de Alimentación
Saludable han ido modificándose en los últimos 20 años, y lo que antes
constituía el elemento central del plato principal, hoy se cuestiona si sería
conveniente eliminarlo.
Empecemos por decir que un debate de este tipo, no puede definir una
misma norma para todos.
La diversidad de individualidades exige un análisis personalizado para
cada caso que contemple el estado y las necesidades físicas, intelectuales y
espirituales de cada persona.
Dicho esto, mi intención aquí no es definir si se debe o no se debe
comer carne, sino brindar toda la información posible acerca de lo que sucede
cuando la consumimos, para que cada cual pueda discernir sobre su inclusión en
la dieta.
Primero vamos a hablar de sus virtudes, que es lo más comúnmente
conocido. La carne indudablemente ofrece una interesante fuente de hierro de
alta biodisponibilidad (se absorbe con facilidad en estado de salud normal),
vitamina B12, ácido fólico y zinc. Dicho nutrientes, trabajan en sinergia para
la formación de glóbulos rojos- Lo glóbulos rojos, transportan oxígeno a todo el
cuerpo, razón por la cual la falta de alguna de ellos claramente producirá
síntomas de fatiga y desgano. Asimismo, proporciona proteínas de alto valor
biológico (es decir, con todos los aminoácidos necesarios para producir nuevas
y diferentes proteínas a partir de ellos). Y aquí quisiera mencionar brevemente
la magnitud de la importancia de las proteínas, porque a partir de ellas se
sintetizan hormonas, enzimas (serían como las llaves que abren las cerraduras
de todas las puertas metabólicas), células de inmunidad, se renuevan tejidos
(piel, uñas, pelo, órganos, huesos, músculos, etc.), se transportan elementos
por la sangre. Es decir, dirigen gran parte de la orquesta diaria del cuerpo. Son
muy valiosas en los estados de crecimiento, de entrenamiento físico intenso o
embarazo. Finalmente y nos menos importante, dan un efecto de saciedad alto, lo
cual es muy provechoso.
Ahora vamos a la parte más compleja que involucra sus efectos negativos.
Las maravillosas bondades descriptas más arriba, sólo se concretan si se dan
las condiciones de intestino y digestión ideales, exceptuando el efecto de
saciedad que sucede siempre.
La mayoría de los pacientes que llegan a nosotros traen años de malos
hábitos de alimentación. A veces porque no disponen de tiempo suficiente para
organizar su dieta, y muchas otras veces,
por la simple razón de ignorar lo que es realmente bueno o malo, hecho
que se agrava gracias la invasión de publicidades engañosas creadas para los
productos alimenticios.
Continuando, cuando las condiciones digestivas e intestinales no son
óptimas, consumir carne rara vez resulta en una provisión neta de aminoácidos
listos para ser utilizados. La digestión pasa a ser ineficiente e incompleta y,
por lo tanto, no podemos utilizar las bondades contenidas en la estructura de
la carne.
Pero el problema es aún mayor, ya que los residuos “defectuosos” pueden
convertirse en gatillo de enfermedades más complejas. El coctel de un intestino
en mal estado (caracterizado por inflamación) y los productos de una digestión
incompleta, pueden dar lugar a cuadros de autoinmunidad. Es decir, el organismo
produce anticuerpos (células que luchan contra virus o bacterias) contra él
mismo. Esto sucede por la exposición crónica a sustancias extrañas (que no son
más que alimentos normales que han sido mal digeridos) presentes en la sangre.
El otro efecto, es que la acumulación de desechos produce saturación de
los órganos purificadores del organismo (intestino, hígado, riñón y piel) y, al
menos que nos tomemos el tiempo necesario para limpiarlos, paulatinamente
pierden la capacidad natural de desintoxicarse. Esto es sumamente importante,
ya que un organismo cogestionado no puede funcionar correctamente ni siquiera
para la ejecutar las tareas de rutina, imagínese si se propusiera ejecutar algo
más ambicioso.
La carne presenta un desafío digestivo alto, con un importante consumo
de energía. Es una estructura que requiere mucho trabajo enzimático y genera
desecho metabólico ácido, por lo cual son causa de que ayude a bajar de peso en
aquellas dietas que la incorporan.
La pregunta no debería comenzar por “Carnes Si o Carnes No”, sino mas bien por como se encuentra mi medio interno, cuanto conservo de mi capacidad para desintoxicarme, y por ende, cual es mi necesidad primera. Claro esta, estas son preguntas que tendrán que resolverse junto al profesional entrenado para identificar los signos y síntomas que contienen en si mismos las respuestas y la decision de identificar aquellos pacientes en los que no seria recomendable su ingesta.
Finalmente, no hay mucho para decir sobre aquellos que por convicción espiritual o ideología deciden eliminar los productos animales de su vida. En dichos casos, no hay cuestionamiento, la mirada se posa sobre como diseñar la dieta para que permanezca equilibrada y suficiente.