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Originaria
del sur de México y américa central, la Chía es una planta que proviene de la familia
de la menta.
Existe
evidencia histórica que muestra que las poblaciones Aztecas y Mayas consumían
semillas de chía como una fuente de energía y la ciencia moderna ha descubierto
otros beneficios para la salud.
Gracias a
sus altos contenidos de compuestos fenólicos, las semillas de chía son
excelentes carroñeros de radicales libres.
Casi todo el
contenido de carbohidratos de estas semillas consiste en fibras, lo cual es
bueno para el tracto digestivo y ayuda a bajar los niveles de colesterol. Este
contenido alto en fibras también explica por qué las semillas de chía dan una
sensación de plenitud y suelen ser comercializadas como una ayuda al descenso
de peso.
Un estudio
descubrió que las semillas de chía mejoraron los factores de riesgo
cardiovasculares graves en pacientes con diabetes de Tipo 2.
Este estudio
comparo dos grupos de personas diabéticas de Tipo 2 durante un periodo de 12
semanas. En adición a los tratamientos comunes, un grupo recibió salvado de
trigo y otro semillas de chía.
Los científicos
descubrieron que, comparado con el salvado de trigo, las semillas otorgaron
beneficios más allá de lo esperado de la terapia convencional sola, incluyendo
presión sistólica más baja y un descenso de la proteína C-reactiva (un marcador
de inflamación).
Investigadores descubrieron
que los Aztecas y Mayas creían que las semillas de chía funcionan como
potenciadores de energía.
Un estudio que
comparo el rendimiento deportivo de personas que consumían semillas de chía y
personas que consumían las típicas bebidas deportivas altas en carbohidratos,
durante eventos agotadores de hasta 90 minutos y no encontraron diferencias
estadísticas.
Los
investigadores sugirieron que sustituyendo estas bebidas con las semillas de chía
permitiría a los atletas reducir la ingesta de azúcar.