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20/08/2023

Peligros de un desequilibrio de Omega-6 y Omega-3: ¿Cómo afecta nuestra salud?

En la actualidad, nuestras dietas están saturadas de ácidos grasos omega-6, los cuales desempeñan un papel importante en los trastornos relacionados con la edad. Sin embargo, reducir la ingesta de grasas omega-6 puede disminuir el riesgo de enfermedades crónicas y mejorar nuestra salud en general.

Los científicos que investigan las dietas de nuestros antepasados han hecho un descubrimiento impactante: en épocas pasadas, las personas seguían una alimentación mucho más equilibrada en términos de ácidos grasos omega-6 y omega-3. Sin embargo, hoy en día, la ingesta promedio de omega-6 es considerablemente mayor, lo que ha llevado a un peligroso desequilibrio en nuestra alimentación.


El problema radica en el consumo excesivo de ácidos grasos omega-6 y la ingesta insuficiente de omega-3. Es fundamental tomar medidas para reducir el consumo de alimentos ricos en omega-6 y aumentar la ingesta de fuentes de omega-3, ya que esto constituye un paso crucial para vivir una vida más saludable y prolongada.


Uno de los principales motivos detrás de este desequilibrio es el uso generalizado de aceites y grasas con alto contenido de omega-6 en la elaboración de alimentos procesados. Aceites como el de girasol, semilla de algodón, soja y maíz son ampliamente utilizados en la industria alimentaria, lo que contribuye a un aumento significativo en nuestra ingesta de omega-6.


A menos que hagamos un esfuerzo consciente para evitar estos aceites y aumentar el consumo de alimentos ricos en omega-3, como el aceite de pescado, nos enfrentaremos a un desequilibrio peligroso.


Este desequilibrio tienen un impacto negativo en nuestra salud, especialmente en lo que respecta a enfermedades relacionadas con la edad, como las cardiovasculares, la obesidad, la demencia y el síndrome metabólico.


Sin embargo, los ácidos grasos omega-3 pueden ser una poderosa herramienta para prevenir y combatir estos problemas de salud. Los omega-3 tienen la capacidad de reducir la producción de compuestos proinflamatorios, lo cual ayuda a calmar la inflamación, un factor común en muchas enfermedades crónicas.


Los beneficios de los omega-3 también se extienden al cerebro y al sistema nervioso. Estos ácidos grasos son componentes esenciales de las membranas celulares cerebrales y juegan un papel crucial en la generación y conducción de impulsos eléctricos necesarios para el funcionamiento cerebral adecuado.


Además, los omega-3 son necesarios para la formación y el mantenimiento de la mielina, una sustancia que aísla las fibras de las células nerviosas y permite una comunicación eficiente entre ellas. Asimismo, estos ácidos grasos aumentan los niveles de un factor neurotrófico llamado BDNF, que promueve la plasticidad cerebral y la función cognitiva.


Con el envejecimiento, los niveles de BDNF tienden a disminuir, lo que contribuye al deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson. Aumentar la ingesta de omega-3 puede contrarrestar esta disminución y proteger la salud cerebral.


En cuanto a la salud cardiovascular, el aceite de pescado, rico en omega-3, ha sido ampliamente estudiado por sus beneficios. Se ha demostrado que dosis diarias de 2000 mg o más de aceite de pescado pueden reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

Mantener un equilibrio adecuado de ácidos grasos omega-6 a omega-3 es crucial para preservar nuestra salud y prevenir enfermedades crónicas. Sin embargo, alcanzar este equilibrio a través de la dieta sola puede ser difícil, por lo que puede ser recomendable considerar la suplementación bajo la supervisión de un médico u otro profesional de la salud.


Es importante recordar que cada individuo tiene necesidades específicas, y un profesional de la salud podrá evaluar su situación particular y brindar recomendaciones personalizadas.