Una cierta cantidad de desgaste o atrofia física, también denominada médicamente "deterioro regional de la estructura cerebral", ocurre en el cerebro de forma natural con la edad. Tanto los médicos como los pacientes subestiman enormemente el impacto de estas alteraciones estructurales. Este proceso suele comenzar alrededor de los 30 años, observándose una marcada aceleración a los 50 años.

Los resultados del deterioro físico del cerebro incluyen déficits neurocognitivos, como disminución de la capacidad de atención, habilidades verbales, percepción espacial, déficits en el pensamiento abstracto y la creatividad, junto con una mayor dificultad para aprender nuevas tareas y retener nueva información, deterioro de la memoria y deterioro de la calidad del sueño.

Mantener un cerebro joven frente a estos perjuicios del envejecimiento es quizás el desafío más crucial del envejecimiento. El cerebro, nuestro órgano más importante, es responsable de orquestar una sinfonía compleja de señales hormonales, neuroquímicas y eléctricas para mantener el cuerpo en un estado de salud vibrante.

Estrategias para preservar y mejorar la función cerebral

Científicos publicaron resultados de un ensayo que examinó los efectos del ejercicio aeróbico sobre la cognición y otros biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer entre adultos mayores diagnosticados con deterioro cognitivo leve. 

Los sujetos fueron asignados al azar para realizar ejercicio aeróbico intensivo durante 45 a 60 minutos por día, cuatro días a la semana, durante seis meses. 

Los participantes se sometieron a sesiones de estiramiento supervisadas durante períodos equivalentes, pero no realizaron ejercicio vigoroso. Los resultados mostraron que el ejercicio aeróbico, pero no el simple estiramiento, actuó como una "intervención potente” que mejora los procesos de control ejecutivo para mujeres mayores con alto riesgo de deterioro cognitivo. 

Otro estudio realizado por la Clínica Mayo en más de 1,300 sujetos concluyó,"Cualquier frecuencia de ejercicio moderado realizado en la mediana edad o en la vejez se asoció con una reducción de las probabilidades de tener un deterioro cognitivo leve".

Los beneficios del ejercicio se logran a través de una variedad de mecanismos, incluida una mayor producción de neurotransmisores clave.

La serotonina es un mensajero químico cerebral importante asociado con la regulación del estado de ánimo y el sueño. Las deficiencias producen depresión, fatiga y falta de sueño. 

La acetilcolina es un neurotransmisor clave involucrado en la cognición, la memoria y el aprendizaje. Un déficit de acetilcolina y sus receptores está asociado con la demencia y la enfermedad de Alzheimer. 

La dopamina afecta la capacidad del cuerpo para regular el peso, experimentar placer y sentirse enérgico. Cuando los niveles de dopamina caen, puede resultar en obesidad, adicción y fatiga.

 El ácido gamma-aminobutírico (GABA) es un neurotransmisor crucial que tiene un efecto estabilizador sobre los otros mensajeros químicos del cerebro. GABA controla el ritmo del cerebro, lo que afecta la capacidad de manejar el estrés y funcionar mental y físicamente a un ritmo tranquilo y constante.

Además de estos cuatro neurotransmisores fundamentales, los estudios han demostrado que el ejercicio aumenta la producción de una sustancia conocida como factor neurotrófico derivado del cerebro, que se ha asociado, al menos en las mujeres, con una mejor función cognitiva y plasticidad cerebral. El ejercicio también fomenta la angiogénesis, o la formación de nuevas estructuras de suministro de sangre, esto es importante para el crecimiento de nuevas células cerebrales y sus estructuras de apoyo.

Por esta razón es importante mantenerse activo desde jóvenes, realizando ejercicios acorde a nuestros niveles, esto nos permitirá controlar nuestro peso, reducir el riesgo de enfermedades de corazón, fortalecer nuestros huesos y músculos entre una gran variedad de beneficios.