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Quienes están acostumbrados a las
prácticas alopáticas no suelen entender en qué consiste la medicina holística.
La diferencia es muy simple: esta es una práctica en la cual no se intenta
curar una enfermedad puntual, sino de sanar el cuerpo, el alma y la mente de
una persona utilizando tanto terapias alternativas como convencionales. Este
tipo de medicina entiende que una persona es atacada por enfermedades
debido desequilibrios ambientales, sociales, físicos, espirituales o
emocionales, por lo cual el el médico pasa a ser un mentor que va guiando al
paciente para tratar y prevenir las diferentes enfermedades que pudieran llegar
a atacar al cuerpo. La medicina holística que conocemos hoy en día tiene raíces
en tres culturas diferentes: China, India y Grecia.
Se sabe que la medicina tradicional china data de hace más de 4000 años atrás, aunque las publicaciones más antiguos sobre esta práctica fueron escritos hace más de 2000 años. Para esta cultura, la salud se entendía como un equilibrio entre el espíritu, los cinco elementos de la naturaleza (agua, tierra, fuego, metal y madera), el Yin y el Yang (energías positivas y negativas que se complementan), el Qi (la fuerza vital), los fluidos corporales, la sangre, el Jing (la esencia) y las emociones. Este tipo de terapias se expandió y comenzó a incluir prácticas como el masaje, la fitoterapia y la acupuntura.
El desarrollo de la medicina india es similar al de China, pero tiene una
aproximación diferente en cuanto a los métodos. Algunos médicos chinos entendían
que algunos males se podían originarse por la intervención de magia o
espíritus, pero los indios tenían un concepto más terrenal: la salud es posible
regulando adecuadamente los aspectos de la vida de cada paciente.
De hecho, el primer libro dedicado a la
medicina tradicional de la India fue compilado por los griegos. Filósofos como
Aristóteles, Platón y Sócrates escribieron discursos que hablaban de las
propiedades de la curación holística. Hipócrates, considerado por mucho como el
fundador de la medicina moderna, consideraba que las enfermedades eran producto
del desequilibrio de los cuatro humores del cuerpo: sangre, flema, bilis negra
y bilis amarilla. Suponía que un tratamiento adecuado podría volver a
equilibrar estos líquidos y ayudar al cuerpo a curarse a sí mismo.
A partir del desarrollo de la medicina
convencional, en el Siglo XIX, muchos de los tratamientos holísticos empezaron
a utilizarse con menos frecuencia en el mundo occidental. Oriente, por otro
lado, siguió manteniendo estas tradiciones milenarias y, hasta nuestros días,
siguen siendo el primer tratamiento que se aplica en caso de enfermedades. Fue
en la década de los ‘60 cuando la búsqueda de nuevos métodos para sanar el
cuerpo y la mente que América y Europa redescubrieron las propiedades de la
curación holística. A partir de ese momento, esta práctica se volvió mucho más
común en ambos lados del Océano Atlántico.
Existen numerosos tipos de terapias
holísticas. Estas son algunas de las más practicadas:
Esta terapia estimula las propias
capacidades curativas del cuerpo con la intención de que pueda sanar y
recuperar la vitalidad y el bienestar con el uso de medicamentos que
restablecen el equilibrio natural. La homeopatía fue creada a fines del siglo
XVIII bajo el concepto de que una sustancia que enferma a una persona sana
puede curar a una persona enferma. Actualmente, existe una amplia gama de
posibilidades para tratar diferentes tipos de enfermedades y patologías. La
homeopatía puede ser utilizada como un tratamiento exclusivo o como complemento
de un tratamiento alopático.
Una de las técnicas de la medicina
tradicional china, la acupuntura consiste en utilizar agujas muy delgadas para
estimular puntos específicos del cuerpo llamados “meridianos”. De esa manera,
se libera la energía concentrada para que fluya y equilibre el cuerpo. Esta
práctica es una de las más antiguas en la medicina tradicional de China y
entiende que el equilibrio de energías entre los meridianos son los causantes
de los dolores y de las enfermedades que pueden atacar al cuerpo.
También conocidas como “Flores de Bach”,
esta práctica consiste en utilizar una serie de esencias de origen natural que
se utilizan para tratar alteraciones emocionales como la soledad, el estrés,
los miedos y las obsesiones, entre otras. Su aplicación fue descubierta en la
década del ‘20 por el Dr. Edward Bach, quien experimentó con las propiedades
curativas de 38 flores silvestres de Gales. La teoría indica que el tratamiento
de las emociones puede ayudar a restaurar el equilibrio emocional y, por
consecuencia, las enfermedades físicas.
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